
Cuando pinto me abstraigo del mundo de tal manera que sólo pienso en los colores, la mezcla, la próxima pincelada y así sucesivamente. Y aunque para mí la obra nunca queda terminada, la firmo en el primer intento de que sí quede lista. Aún cuando sé perfectamente que le haré en algún momento algún cambio.
Difícil la decisión de dejar ir esa obra y no retocarla. Pero debo hacerlo. Porque de lo contrario no la dejaría ir jamás. Siempre con una excusa, un color que variar, o una línea que mejorar.
Mis obras culminan cuando son de alguien más. O sencillamente cuando acepto que no hay más cambios posibles. La firmo. Y reafirmo que eso representado es lo que quiero expresar. Allí finalizó el proceso creativo, y paso la página.
Feliz día,
Mireya