
Hace años pasé por una etapa en la cual dejé de pintar por completo. Fue una etapa que bauticé como la época oscura. Duró casi 8 años. Un buen día decidí que quería volver a pintar. Tomé mis pinceles, destruí las tapas de los óleos, que por el tiempo que había pasado se habían secado tanto que era imposible abrirlos de la manera correcta. Y pinté.
Muchas veces dejamos de hacer lo que nos hace felices, dejamos de ser nosotros mismos por complacer a otros. Dejamos de hacer lo que nos gusta por temor a algo. Quizá por no valorarnos y amarnos a tal punto de no dejarnos afectar por el entorno. Hasta que reaccionamos. Se cae el telón, y allí estamos frente al mundo, valientes seres que a pesar de las circunstancias nos atrevemos a ser en este mundo hostil.
Valiente el que es por encima de todo. Aquel que no se deja apabullar por nadie en su voluntad de mostrarse tal cual, y de no dejarse desanimar y desilusionar por nadie.
Pinten para ustedes, sean lo que quieren ser. Pero sean.
Los abrazo,
Mireya